jueves, 7 de marzo de 2019

Los dos polos de la cultura

En la siguiente entrada profundizaremos acerca del término cultura y de los polos que tiene. El planteamiento se debe entender en tanto que la cultura y la concepción de la misma, no siempre ha sido igual. Analizando situaciones de la historia, se pretende llegar a la comprensión de la existencia de hemisferios en un mismo término. 

Para comenzar, es imprescindible saber que hay dos puntos importantes de este planteamiento. Por ello, se recurre a la definición de Edward W. Said en su artículo "Cultura, identidad e historia":

  • Primero: ninguna identidad cultural aparece de la nada; todas son construidas de modo colectivo sobre las bases de la experiencia, la memoria, la tradición y una enorme variedad de prácticas y expresiones culturales, políticas y sociales.
  • Segundo: desde fin del siglo XVIII hasta el presente, las nociones centrales de Occidente, de Europa y de identidad europea occidental se encuentran casi siempre estrechamente relacionadas con el ascenso y la caída de los grandes poderes imperiales de Europa, sobre todo los de Gran Bretaña, Francia, Rusia, y Estados Unidos. Ninguna descripción de la identidad cultural europea y de la artes puede, en mi opinión, pasar por alto la relación entre cultura e imperio. 

Esta reflexión es fundamental para entender la relación que hay entre cultura e imperio. Si situamos esta distinción de cultura, como mencionamos antes, los polos; se representa geográficamente entre Occidente y Oriente. Sin embargo, antes de que se produzca esta distinción, tiempos atrás, se dio una forma distinta de colonización que consistía  en implantar la cultura del país colonizador en las tierras colonizadas. Por ejemplo, Napoleón logró traducir la cultura de Egipto en un conjunto de representaciones europeas. De esta forma se consigue implantar el sentimiento de identidad cultural europea en sitios como: la India o Argelia; y así fue cómo se justificó el colonialismo masivo. 

Por lo tanto, se puede dividir entre Occidente y Oriente. La potencias conquistadoras de la época eran Gran Bretaña y Francia. A diferencia de los antiguos colonizadores, que simplemente buscaban la explotación de las tierras y recursos, estos nuevos colonizadores pretendían mediante su dominio, generar una red intelectual, etnográfica, moral, estética y pedagógica como apunta el autor Said. Esto era una justificación para los colonizadores, que funcionaba cómo motivación para seguir conquistando y por otro lado, para asegurar el servicio de los colonizados. Lo que denominaron cultura. 

El imperialismo era considerado una prioridad en la vida cultural y por ello se justificaba que se el centro de atención, como apunta Conrad. La idea no era apoyada solo por los autores de la época sino que también se respaldaba por la novela, por ejemplo la novela inglesa "Robinson Crusoe" habla de un ingles de clase media qué, debido a un naufragio, se encuentra con una isla desierta. La historia cuenta como el ingles va dominando y la transforma para su uso, la justificación del dominio es la mera supervivencia en la isla y no solo conquista la isla sino que también somete a los nativos, considerándolos peligrosos. 

La novela se convirtió, en 1840, una forma de predicar cultura en Inglaterra. Era un entretenimiento muy demando y aparte de ofrecer diversión al público, también era una forma de fortalecer el ideal de estructura dominante. Esta situación coloco a Inglaterra en el centro del mundo: la metrópoli con distritos lejanos, como bien apunta Said. Tan fuerte y consolidada estaba la idea de conquistar que Ruskin animaba a rezar el lema "domina o muere"; sin embargo Ruskin no era el único que pensaba así, sino que a él se unian Hegel, Marx, Carlyle y Tennyson. 

Colonización Francesa
El pensamiento era aceptado por la sociedad y la estructura imperial defendía a los europeos como los dominadores y fuertes, mientras que los nativos debían ser dominados y sometidos a los intereses ajenos. se establece una jerarquía de valores y poder; esto era la base de las culturas de la época. 

A diferencia de la situación británica, Francia no obtuvo una acogida total con el proyecto de imperialismo. Los primeros pasos los dio Napoleón, como hemos mencionado antes, y sólo provocaba el interés de grupos pequeños de la población: militares, científicos, traficantes de armas, misioneros y empresarios. No obstante, el imperialismo va cogiendo fuerza y se empieza a expresar en el mundo de la pintura, los viajes la ciencia y en obras literarias. La literatura interiorizaba la conquista de Francia en Argelia y Marruecos, y esto se podía apreciar en las obras. 

El dominio de tierras tenía que seguir en tanto que los nativos, que ocupaban una posición inferior, continuaran en su situación de inferioridad y subdesarrollo. Por lo tanto, el imperio debía seguir. Tras exponer esta postura, se entiende que los subordinados no tienen valor y el único interés que causan es que de ellos se puede obtener beneficios. Albert Camus escribió una parábola, "El extranjero", en el que sitúa a un personaje europeo en Argelia, dónde los musulmanes carecen de sentido para el protagonista y ocupan una situación marginal. Además, Argelia es descrita como una tierra inerte sin significación. 

Como reflexión, obtenemos dos mundos, uno que se encarga de dominar y otro que es el dominado. Por lo tanto, la cultura no es simplemente una serie de monumentos, sino que también entra en juego su manipulación, la lucha en procesos estéticos e intelectuales. Finalmente como conclusión propia, la historia de la cultura no se ha mostrado al completo y siempre se ha ocultado aquellos "detalles" que no beneficiaban.

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